Pero nuestra huella no solo queda impregnada en la historia a través de lo que interpretamos o decimos. No se trata de una suma resonante de casos aislados. Es tanto así que todo lo que hacemos, conscientes o no de ello, queda inscrito en una red de metáforas personales, invisibles e intangibles. Solo el que produce una metáfora es capaz de transcribirla para interpretarla, los demás, al oírlas, nos perdemos entre significados, encadenados por nuestra propia experiencia.
Cada cual descifra, siguiendo sus patrones, sus normas básicas. Todos nos movemos por las calles en hileras, cientos de nosotros, asimilando lo que nos viene a los sentidos, y todo se adentra a través de unas rencillas, a través de unos filtros que nos permiten ordenarlo. Guiando nuestros pasos hacia cualquiera de las direcciones posibles, nuestras huellas serán implantadas en toda esta gran red, en la que una mirada, una pequeña mueca, o una palabra pueden cambiar el rumbo de toda una comunidad.
Imagen || Bernini
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