La necesidad



Llevo estos últimos años estudiando cómo el miedo nos lleva a la agitación o al estupor. Cómo nos aturde la tristeza y cómo nos ciega la euforia. He visto en pantallas de televisión a hombres que no podían parar de hablar y otros que no pueden dirigir la mirada. He leído cómo podemos convertirnos en salvajes bestias con ansias agresivas y cómo surgen las alucinaciones. Puedo decirte qué hay dentro de nuestra cabeza y qué es lo que le da estructura. Y todo ello desde tan lejos que parecía como si nos narraran alguna historia fantástica, como  si todo aquello no pudiera acercarse ni a miles de kilómetros.
            Sin embargo poco a poco te vas dando cuenta de lo inmerso que estás tú en todo esto. Cuando empiezas a observar más allá de un vistazo general comprendes que todo aquello tan lejano es ahora tan palpable como el suelo que pisamos. Todo está demasiado cerca y es demasiado real para entenderlo en poco tiempo.
            Ahora que empiezo a comprender es cuando he cruzado la primera línea del horizonte, pero aún quedan muchas más para capturar toda la complejidad que se está presentando ante mí. Cada día es una oportunidad para captar los miedos, comprenderlos y apaciguarlos. Para escuchar a la euforia, leer entrelíneas los descarrilamientos, compartir el sufrimiento, escuchar las pulsiones enérgicas, no temer a quién desestructura la realidad…
… para agarrar manos que necesitan ser agarradas, escuchar discursos que han de ser pronunciados, compartir el dolor que no es atendido, comunicar lo que ha de ser tenido en cuenta...

Imagen || by Susan Sanders romewithaview.com

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