Nadie, nunca, jamás…
Podrá describir algo igual, podrá sentir algo similar, podrá vivir algo parecido. Siento en cada silencio tuyo un millar de palabras, ideas que se me vienen a la cabeza. Has desordenado mi vida de tal forma que has conseguido hacerme revivir. Después de todo has conseguido extraer todos los sentimientos que guardaba. Gracias… te lo debo todo a ti. Y bueno solo me queda llorar por las esquinas gritando al cielo. Exigiéndole la explicación de mi felicidad de nuestra obra de felicidad. Somos los arquitectos de la vida de un ente que reside en nosotros. Escribimos nuestro destino… juntos, amando lo que se debe amar. Te vivo, te siento, te respiro, te hablo, te miro… y sonrío. En ese momento es en el que llegué a olvidarme de esos seres verdes para centrarme en sentir tu alma… porque ayer la sentí. Me costó mantenerme quieto, temblando de felicidad, me dolía todo. Era demasiado para mí. Tienes el espíritu más limpio que he podido alcanzar a soñar. Solos tú y yo lo hemos hecho.
Mira lo que hemos creado y díme si no te da fuerzas para vivir, desafiar la muerte… y superar la altura del entendimiento, volar juntos, por encima de todo.
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