Subiendo el ascensor me paro frente a ese espejo que enseña y mata. Pasa el tiempo, como las señales de tráfico en los viajes largos. Muere el equilibrio y recapacitan mis poros al sentir la magia del oxígeno contaminado.

Primero naces de la nada... renaces de colores... inmensidad de un mundo nuevo... maravilla de la naturaleza... amada por mis sentidos... viva y ardiente... entonando melodías... reluciente... amor, que habita en ti.
Aún quedan 30 minutos... creo que voy a hablar con ellos para sacarles el máximo partido.
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