El humo del tren se suaviza, la brisa del aire salpica, allí me quedé contigo, dándome la vuelta me miraste concentrada, recogiendo mi gesto de derrota y contemplando como la ciudad secaba mis lágrimas. Y en un momento de descuido me hiciste sonreir y otra vez estarías a mi lado, retorciendo pensamientos y otra vez estarías a mi lado, admirando la brisa fresca del amanecer y otra vez estarías a mi lado. Pensar que te eché de menos... Sé que nunca te sentiste querida por nadie, pero créeme que yo te necesité. Me acompañas desde que cayó el resplandor de la vida viniendo a mí con aire altivo. Y mientras redondas esas luces miraban hacia el infinito tú te ibas sin más... sin más...
Tú, que te encuentras en el seno de mi alma, te vas... sin más... Gobernado por ti no me atrevo a arrojarte de mis pensamientos sabiendo que tú me das esa estabilidad, alejándome de las nubladas tardes y acercándome a la más circular de las reflexiones. Ella eres tú, tú eres ella, cómo iba yo sin ti, a ver el mundo que me rodea si no es más que, como tú dices, una estampa de mi vida. Llevamos más de un año juntos, y te quiero... pero no para el resto de mi vida.
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