
Triste farola que nace de una ilusión e iluminas ahora lo que viniste a iluminar. Triste era tu destino aunque hoy estás de suerte, hoy cantan contigo los semáforos, se mueven las plantas a tu alrededor y los colores brillan esta noche, contigo… gracias a ti. Más allá del ir y venir del tráfico te encontrabas tú centrándote en el reflejo del río. Y fantasma de mí que te admiraba sin sentir siquiera vida en mi corazón, me bastaba el poder verte. Nunca antes había deseado que tardase más el semáforo en cambiarse a verde. Solo quería estar allí, como dijiste, no siendo más que un ente que contempla la sustancia de tu ser. Que con solo tu existencia te sirves para ahogarme el alma bajo tu destino. Avanzo llorando, he visto lo que tu presencia puede hacer en mí, he visto que me has dado alas, me has dado el horizonte y yo que quise dar maletas; no tuve más remedio que lanzarlas sin más. No recuerdo nada del momento más feliz de mi vida porque la sangre me paralizó el cerebro. Cuándo me preguntan qué se siente después de la muerte le digo a la gente que se paren a pensar qué se siente antes de nacer, exactamente lo que sentí esa noche.
Técnicamente estoy muerto.
Técnicamente estoy muerto.
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