Desde la inmensidad del cielo contemplas con gracia mis lágrimas, iluminas con tu suave luz mi insignificante rostro que cada día iba pereciendo en el más oscuro de los recuerdos.
Recuerdo como te miraba cuando dormías, y cuando lo hacías tú... recuerdo como se nos pasaban las horas muertas en aquellos incómodos asientos. Recuerdo, recuerdo cuando nos volvimos a ver y en un principio solo discutiamos. Mi corazón se hacía añicos y tú me dabas la espalda, me alejé de ti contemplando aquello, aquella horrible situación que me hacía sentir del revés. Mañana no sería otro día si ya no ocupabas mis pensamientos. Y entonces... te giraste ... hablando en la lejanía del tiempo y del espacio. Y entonces... me quisiste... Y recuerdo aquellas estrellas que miraban cargadas de envidias esa magia que nos unía, y las recuerdo perfectamente cuando me olvidé de ellas para verte a ti, solo a ti. Cerré mis ojos, mis sentidos me dolían por percibir tanta vida...
Aún lo recuerdo en esta tarde brillante y oscura en la que me iluminas. Qué bonitos son aquellos oscuros recuerdos que nunca llegaron a suceder.
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