Noches de ensueño dando vueltas alrededor del sol, se acabó el año y con él se va el tiempo, pero no el recuerdo. Empieza otro año con unos inconparables rayos de luz que se cuelan entre los agujeritos de las persianas dibujando circulos el la pared blanca. Susurros de viento y aroma de azahar. Un buén presagio que lleva a un año cargado de esperanzas abrumadoras y deseos utópicos, pero simples. Comienzo este año cargando mi afecto en agradables recuerdos del pasado, en proyectos de vida que tuvieron un final gravemente confuso.
Con aire distraido me tomaba el puente de un año a otro, convirtiéndolo en cualquier otro atajo, salida de los malos ratos de diciembre. Este año se presenta como un péndulo que de un lado al otro crea un ambiente desconcertante e indeciso. Pero sé que en el fondo de mi corazón se encuentra la esperanza de que esos deseos utópicos y a la vez simples se cumplan y que mis pulmones vuelvan a cargarse, en ese admirado mundo, de oxígeno puro.
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