El mito ha hablado y debemos entender lo que nos está diciendo. Así que, socratistas, desnudemos nuestras almas pues no somos del todo sinceros con nosotros mismos. Adoradores de la virtud de la armonía ¿quiénes somos para nombrarnos a nosotros mismos cultivadores de situarnos en el centro de los centros y en la cúspide del orden? Escuchadme bien hermanos, hemos pecado por mentirosos, no somos más que proporciones desvirgadas por el caos que un día tuvo el honor de estar solo frente a un cierto futuro de virtud y orden. Nosotros mismos nacimos en él, adoremos pues al grande con el mismo ímpetu con el que adoramos al melodioso. Somos tanto uno como lo otro y como bien decíamos no podemos vivir solo con uno de ellos.

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