Desde tiempos inmemoriales el hombre sabe que algo poderoso anida en el interior de las forestas, en lo recóndito de las selvas. Sátiros o ninfas, unicornios, brujas malvadas y jinetes sin cabeza utilizaron los bosques como refugio y escondite. No en vano los druidas celtas habitaban en ellos y se paseaban con sus bastones de muérdago, en un trance que los permitía absorber la sabiduría del cosmos. Si no lo cree, haga la prueba de adentrarse en uno. Más tarde o más temprano sentrirá que hay miles de ojos observándole.
Global Edition S.A.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas!
Aunque hace tiempo que no hablamos veo que sigues con tus escritos y tus fotografías en este otro blog.

Felicitarte por el contenido del mismo y animarte a hacerlo tan interesante o más como era el que tenias en el "space"

Un saludo chico