Desde el más pequeño al más kilométrico nos extendemos, y a lo largo de lo que nos puedan informar intentamos prolongar más y más nuestro camino, hasta convertirnos en gigantes, desmesurados entes suspensos en lo corpóreo. Unos más y otros menos ampliamos nuestras fronteras como conquistadores que ansían más y más tierra. Algunos crecen hacia la cúspide y otros se introducen en sus profundidades. No importa cuánto se hayan prolongado y hacia donde, tan solo, centran la atención en la luz. Solo existe uno, no hay plural… la evocación despierta con el fin del crepúsculo.
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