La sangre embadurna mi rostro de nuevo, como cada comienzo de estación templada. Se acerca el otoño, y mi nariz me lo confirma vertiendo el fluido vital hacia el exterior, levemente antes de acostarme y con fuerza por las mañanas. Ansioso de querer salir al exterior y sentir la luz. Brillando con furia entre mis dedos. Ésta es la sangre que baña mi cuerpo, la sangre que se aleja muy sutilmente de mis entrañas para hacerme sentir que está en el aire, escondiéndose de mis enemigos en la niebla. Solo cuando se escapa de forma natural me lo demuestra. Solo al comienzo de las estaciones suaves.


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