Últimamente me doy cuenta de lo entretenido que se puede estar metido en esta casa durante un tiempo. Se puede estudiar todo lo que tenga movimiento: la luz, el viento, las arenas, hasta el barro; y todo comienza desde dentro hacia fuera. Ir y venir de personas que si con sonrisa le hablas te contestan con otra y si con dureza les tratas te contestan peor o ni siquiera lo hacen. La televisión que entretiene después de comer y me hace reír. El contacto con personas lejanas, la música y sus resonancias. Todas estas cosas hacen de mi hogar un lugar agradable, un lugar donde realmente puedo descansar y cerrar mis ojos confiado. Más allá de él, los ruidos y el agua. La vida de las personas, con sus problemas, sus fatigas y también, con sus momentos agradables. Que aparecen poco o nada en mi vista desde el balcón. Me entretienen y siempre que puedo, contemplo como espía sus movimientos. No me siento aburrido ni mucho menos. Son mis ojos, que no paran de mirar al infinito de lo externo en mi balcón y al infinito de lo interno en los cuadros impresionistas de mamá. Hay miles de cosas que hacer y no tengo tiempo para hacerlo todo. Daré por terminada esta descriptiva tarea y seguiré observando y esperando, a ver qué ocurre, si cambian los vientos, a ver si crecen mis ramas.
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