Cerraré la puerta de salida a mis ideas, vaya a que escapen las que me quedan. Y no tendré más remedio que murmurar entre las salas, resbalándose mis divagantes locuras por muros y pilares. Más qué puedo decir que ya no sepa, ¿no es el silencio cuando nadie habita para sentir mi palabrería? Y quién soy yo más que nadie si no hay nadie a mi alrededor. Silencio se ha creado ahora que ya ni mis palabras tienen significado alguno. Ahora no tengo esa palabra que siempre he pedido. Entonces, perdido me encuentro, no puedo explicar lo que siento y no puedo sentir lo que no entiendo. Mi pesar sin embargo es débil por sentir ese abrigo que arropa mi escuálida piel. Como siempre han dicho, tendré que esperar, gran remedio que es el tiempo, llenará mi corazón de dulces ideas. Y me culparé sin piedad por haberlas negado en un principio. Y no diré nada. Pues no tendré más nada que decir.
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