
Sentí el aire, sentí la brisa que me decía que estaba allí algo superior al mar. Mientras, las olas golpeaban la arena tragándose el calor y regalando espuma. Tiendo a morir cuando veo espectáculos tan vivos como el que vi. Tierra, Mar y Luz fundiéndose en una puesta de sol. Ella estaba allí como cualquier otra tarde, pero es en esa tarde cuando recibo rayos melódicos que no cesan. Sonidos en mi cabeza al mirar esa roca allí a lo lejos. Empiezo a correr, cada vez más y más rápido… ya siento que vuelo y me lanzo. No sentí el frío que solía sentir, es más no sentí miedo. El agua rodeaba lo que creado por las almas daba libertad al cuerpo. Volaba por las profundidades y el sol allí a lo lejos, asomándose en la superficie. Más profundo, más frío pero más movimiento. Allí, retorciendo el movimiento del agua me movía de un lado para otro, agitándome entre todo mi entendimiento. Las lágrimas invaden lo que un día fue mi rostro iluminado por el faro entre los faros que hacen brillar la costa. Al anochecer, tormenta escuchando la canción que marcó la noche más feliz de nuestras vidas. Necesité salir y sentir una vez más esa brisa. Sabía que estaba allí… para ti. A veces pienso que estoy destrozado, que me he destrozado porque no puedo devolver al mundo nada de lo que me da, porque temo cada vez que tengo que pagar la felicidad que tengo. Me reconforta saber que es una enfermedad contagiosa. Pronto explicaré por qué estoy escribiendo esto, pronto todo tendrá explicación. Una explicación simple. Descuida que nunca la entenderemos. Antes nos lanzaremos por ese acantilado y moriremos sin más futuro que volver a empezar, una y otra vez. Así es la eternidad, la hemos escogido. No nos movemos por pasiones ni por caprichos sino por una fuerza sin medidas. Luchar por reencontrarse es el objetivo. Cuando lo cumplimos, rozamos la armonía. Al superar esto… descansamos en ella y somos eternos. Todo, nada, siempre y nunca.
…-Swimming in the sound, swimming in the ocean, swimming with you- …
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